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La novela de la Costa Azul

La novela de la Costa Azul
Ésta es la fascinante historia de un lugar mítico y de los más de cien personajes legendarios que vivieron en él durante algún tiempo.
De Antón Chéjov a Stefan Zweig, de Scott y Zelda Fitzgerald a Coco Chanel; pasando por Guy de Maupassant, Friedrich Nietzsche, Pablo Picasso, Alma Mahler, Aldous Huxley, Katherine Mansfield, Walter Benjamin, Anaïs Nin, Somerset Maugham o Vladimir Nabokov, entre muchos otros.
Durante siglos, la Costa Azul no fue más que una costa cualquiera, un lugar donde embarcarse o desembarcar.
De hecho, a finales del siglo XVIII los ingleses residentes en Niza eran sólo cincuenta y siete.
Sin embargo, ya a principios del XX, Jean Lorrain escribía lo siguiente: Todos los chalados del mundo se dan cita aquí Vienen de Rusia, de América, del África austral.
Menudo ramillete de príncipes y princesas, marqueses y duques, verdaderos o falsos Reyes con hambre y exreinas sin un duro Los matrimonios prohibidos, las examantes de los emperadores, todo el catálogo disponible de exfavoritas, de crupieres casados con millonarias americanas Todos, todos están aquí .
Sin embargo, para la mayoría de escritores y artistas, la Costa Azul era justamente lo contrario: un lugar de soledad, de creación, de reflexión; un lugar donde descansar de la gran ciudad.
La Costa , decía Cocteau, es el invernadero donde despuntan las raíces; París es la tienda donde se venden las flores. Todavía hoy, esa mítica postal paradisiaca no sólo nos recuerda los anuncios más sofisticados de Martini o Campari, sino también la elegante comodidad del pantalón palazzo con alpargatas (inspiradas éstas, al igual que las camisetas a rayas y el gorrito blanco, en la indumentaria de los marineros y pescadores de la zona).
En ese mismo imaginario, la juventud disipada y brillante de Françoise Sagan y Brigitte Bardot se impone en ocasiones sobre el recuerdo de Simone de Beauvoir y sus amantes o sobre la Marlene Dietrich que leía allí mismo las novelas de su vecino Thomas Mann.
Georges Simenon, con su infalible perspicacia, retrató a la perfección qué era en su época la Costa Azul: Un largo bulevar que empieza en Cannes y acaba en Menton; un bulevar de sesenta kilómetros flanqueado por villas, casinos y lujosos hoteles .
El resto aparecía en cualquier folleto publicitario: el sol, el célebre mar azul, la montaña; los naranjos, mimosas, palmeras y pinos.
Sus pistas de tenis y campos de golf; sus abarrotados restaurantes, bares y salones de té.
De Antón Chéjov a Stefan Zweig, de Scott y Zelda Fitzgerald a Coco Chanel; pasando por Guy de Maupassant, Friedrich Nietzsche, Pablo Picasso, Alma Mahler, Aldous Huxley, Katherine Mansfield, Walter Benjamin, Anaïs Nin, Somerset Maugham o Vladimir Nabokov, entre muchos otros.
Durante siglos, la Costa Azul no fue más que una costa cualquiera, un lugar donde embarcarse o desembarcar.
De hecho, a finales del siglo XVIII los ingleses residentes en Niza eran sólo cincuenta y siete.
Sin embargo, ya a principios del XX, Jean Lorrain escribía lo siguiente: Todos los chalados del mundo se dan cita aquí Vienen de Rusia, de América, del África austral.
Menudo ramillete de príncipes y princesas, marqueses y duques, verdaderos o falsos Reyes con hambre y exreinas sin un duro Los matrimonios prohibidos, las examantes de los emperadores, todo el catálogo disponible de exfavoritas, de crupieres casados con millonarias americanas Todos, todos están aquí .
Sin embargo, para la mayoría de escritores y artistas, la Costa Azul era justamente lo contrario: un lugar de soledad, de creación, de reflexión; un lugar donde descansar de la gran ciudad.
La Costa , decía Cocteau, es el invernadero donde despuntan las raíces; París es la tienda donde se venden las flores. Todavía hoy, esa mítica postal paradisiaca no sólo nos recuerda los anuncios más sofisticados de Martini o Campari, sino también la elegante comodidad del pantalón palazzo con alpargatas (inspiradas éstas, al igual que las camisetas a rayas y el gorrito blanco, en la indumentaria de los marineros y pescadores de la zona).
En ese mismo imaginario, la juventud disipada y brillante de Françoise Sagan y Brigitte Bardot se impone en ocasiones sobre el recuerdo de Simone de Beauvoir y sus amantes o sobre la Marlene Dietrich que leía allí mismo las novelas de su vecino Thomas Mann.
Georges Simenon, con su infalible perspicacia, retrató a la perfección qué era en su época la Costa Azul: Un largo bulevar que empieza en Cannes y acaba en Menton; un bulevar de sesenta kilómetros flanqueado por villas, casinos y lujosos hoteles .
El resto aparecía en cualquier folleto publicitario: el sol, el célebre mar azul, la montaña; los naranjos, mimosas, palmeras y pinos.
Sus pistas de tenis y campos de golf; sus abarrotados restaurantes, bares y salones de té.
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Editorial: Editorial Periférica
Matèria:
Italiana
ISBN: 978-84-16291-82-3
Idioma: Castellano
Mesures cm: 13.5 x 21
Pàgines: 432
Estat: Disponible
Data d'edició: 13-03-2019
0.00€(IVA inclòs)
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