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                        El origen del mundo
                                                                                
                                                                            
                    El origen del mundo
                                                                        
                                
                            
                            Cuando el narrador de esta novela llega a Castelnau, muy cerca de Lascaux, tiene veinte años y se enfrenta a su primer trabajo.
Allí el joven profesor se abandona a los sueños más violentos, arcaicos, secretos y turbulentos.
En estas comarcas, donde aún se representa a la manera antigua el origen del mundo, el sexo separa dos universos: el de los hombres, depredadores, frustrados pero terriblemente astutos, y el de las mujeres, que gira en torno a dos figuras que el escritor describe magistralmente.
Hélène, la posadera, emblema de la madre universal, e Ivonne, la belleza misma, que provoca en el narrador un deseo ardiente.
Con una prosa a la que la madurez ha llevado a la cima de la precisión carnal, de la sensualidad en sus evocaciones tiernas o brutales, Pierre Michon describe un universo de evidencias y de misterios cuyo recuerdo nos perseguirá (Jorge Semprún).
La lujuria, el deseo, son un tema común en la literatura, pero rara vez han sido expresados con tanta poesía y profundidad (San Francisco Chronicle).
El poder de la imaginación que sostiene la escritura de Michon no decae jamás (Roger Shattuck, Harper's Magazine).
                    Allí el joven profesor se abandona a los sueños más violentos, arcaicos, secretos y turbulentos.
En estas comarcas, donde aún se representa a la manera antigua el origen del mundo, el sexo separa dos universos: el de los hombres, depredadores, frustrados pero terriblemente astutos, y el de las mujeres, que gira en torno a dos figuras que el escritor describe magistralmente.
Hélène, la posadera, emblema de la madre universal, e Ivonne, la belleza misma, que provoca en el narrador un deseo ardiente.
Con una prosa a la que la madurez ha llevado a la cima de la precisión carnal, de la sensualidad en sus evocaciones tiernas o brutales, Pierre Michon describe un universo de evidencias y de misterios cuyo recuerdo nos perseguirá (Jorge Semprún).
La lujuria, el deseo, son un tema común en la literatura, pero rara vez han sido expresados con tanta poesía y profundidad (San Francisco Chronicle).
El poder de la imaginación que sostiene la escritura de Michon no decae jamás (Roger Shattuck, Harper's Magazine).
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