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Las dos partes que componen Visita de año nuevo se complementan en una honda meditación sobre la pérdida de alguien querido y su definitiva restitución al misterio.
Siguiendo la tradición musical y literaria del homenaje fúnebre, el autor entabla un largo diálogo con su madre ausente, reaparecida de nuevo a sus ojos por obra de las palabras.
Un diálogo entrañable en torno a diversos motivos que además incluye a otros seres.
Por las páginas de Visita de año nuevo discurren el afecto y la piedad filial, la reflexión sobre la melancolía y la trascendencia biográfica del dolor, cuyos efectos en quien lo experimenta a fondo vienen a originar una especie de iniciático viaje.
El mismo del que desde sus albores siempre nos ha venido hablando la literatura.
La elegía inicial se convierte así en un ofrecimiento y en un canto a la vida, personificada en la figura celebrada de la madre.