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El Autor/a
Epicuro
Epicuro nació en la isla de Samos el año 341 a.C. Llegó a Atenas para cumplir el servicio militar con dieciocho años, en una época de profundos cambios por la reciente muerte de Alejandro Magno. Allí conoció la filosofía platónica y la aristotélica, así como la tradición cínica. Dos años después se traslada a Colofón, donde se interesa por el pensamiento de Demócrito, que ejercerá en él una gran influencia. Más tarde abre su propia escuela en Mitilene, isla de Lesbos, luego en Lámpsaco y por fin en Atenas, donde el año 306 adquiere un terreno cerca de la Academia platónica y funda el Jardín, donde, para sorpresa de muchos, admite a mujeres y esclavos. Muere en el 270 a.C., a los 71 años. De los más de 300 volúmenes que se dice que escribió, apenas se conservan cuarenta máximas (Máximas capitales - Kyriai Doxai), tres cartas (Carta a Heródoto, Carta a Pítocles y Carta a Meneceo), unas cuantas citas (Sentencias vaticanas - Gnomologio Vaticano) y algunos fragmentos transcritos por autores como Diógenes Laercio.
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Epicuro

Que nadie, mientras sea joven, se muestre remiso en filosofar, ni, al llegar a viejo, de filosofar se canse.
Porque, para alcanzar la salud del alma, nunca se es ni demasiado viejo ni demasiado joven ... . Epicuro propone un remedio para contrarrestar las cuatro causas que, según el, hacen que el hombre esté encadenado al sufrimiento: el temor de los dioses, de la muerte, del dolor, y las ideas falsas sobre lo que en realidad constituye el bien.
Su remedio, su phármakon, será la filosofía, que se convierte fundamentalmente en buen juicio y se abre a todos, a los jóvenes y a los viejos, a hombres, mujeres y esclavos.
Por este motivo, si, además de ser casi una revelación ética, el epicureísmo comporta una física y una canónica, esto se debe a que Epicuro está convencido de que el conocimiento de los fenómenos naturales condiciona el estado moral del hombre, y considera inútiles todas las demás ciencias que no sirven para mitigar el dolor.
La necesidad de saber se mantiene, por tanto, como una condición de la salud del alma, y cualquier fundamento de la felicidad que no sea la verdad racional, natural y objetiva es rechazado de forma categórica, a la vez que se menosprecian los conocimientos que no tienen connotaciones éticas.
La doctrina epicúrea pretende ser esencialmente vital y moral, guardando siempre la eficacia para dispensar felicidad.
Por esto mismo se ofrece sin distinción de condiciones sociales, de edad ni de sexo, y la filosofía, instrumento de esta felicidad, se considera fácil y asequible.
En esta quinta edición, después de un minucioso estudio preliminar, se reproducen su famoso testamento, las cartas a Heródoto, Pitocles y Meneceo, las Máximas capitales, las Exhortaciones (Gnomologio Vaticano) y, finalmente, los fragmentos de obras y cartas perdidas.
En la traducción de los textos han colaborado las profesoras Montserrat Camps y Francesca Mestre.
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Editorial: Tecnos
Materia: Filosofía
ISBN: 978-84-309-4257-2
Idioma: Castellano
Medidas cm: 12.5 x 20
Páginas: 184
Estado: Disponible
Fecha de edición: 30-05-2005
0.00(IVA incluido)
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